Soñándote

25.03.2013 17:27

Estábamos en las orillas de un lago, río o mar. Era un vasto espacio de aguas tranquilas que se adentraba en la tierra formando un semicírculo. Había una casa rústica, hecha de madera, rodeada de flores de colores.

Caminábamos por un paseo observando el otro lado del agua. Se veían unas luces preciosas. Parecía un hotel de lujo con vistas al mar.

De pronto nos encontrábamos al otro lado, paseando sobre las rocas redondeadas de aquella orilla. Estaba encantada con la naturaleza que me rodeaba. Había turistas relajándose sobre las hamacas; una joven estaba totalmente quemada por el sol, aun así seguía inmóvil bajo los rayos con su biquini de color turquesa.

Miramos al otro lado y podíamos contemplar la silueta de la casa de madera que dejamos atrás, con sus flores y sus luces. De repente estábamos tú y yo tumbados en una superficie de madera antigua, acaramelados, ante la mirada incómoda de dos jóvenes. Pensaba que llamarían tu atención y que te olvidarías de mí, pero te volviste hacia mí y me abrazaste con tus brazos y tus piernas, como lo hacías antes.

Sentía que mi corazón se diluía en tu cuerpo. Mis ojos no podían permanecer abiertos. Tú seguías consciente, dirigiendo mis movimientos y controlando el momento. Observaba tu boca, mientras te deseaba con todas mis fuerzas. Me sonreías como si estuvieras encantado del sentimiento que provocabas en mí, pero te mantenías firme, en tu sitio. Yo no quería separarme de ti ni un solo instante. Estaba sintiendo la emoción más intensa de mi vida, mientras tú me mirabas y nos movíamos al son de la misma música.

Me levantaste y me pediste que diéramos un paseo. Miré a nuestro alrededor y vi que estábamos en el rincón de un escenario, con una multitud de gente sentada observándonos. Entendí que era tu público. No estábamos en el centro del escenario, pero estabas en su campo visual y eso era suficiente para no entregarte a mí. Me abrazabas de todas las formas posibles, querías que nos alejáramos de sus miradas. Sentía que tu mente estaba por encima de nosotros, que no se encontraba cómoda, y cuanto más te abrazaba más lejos te tenía. Te ibas alejando y no podía hacer nada por tenerte.
 

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