Las escapadas que no olvido

Esta mañana hablábamos en el trabajo sobre los pueblos con encanto que conocemos alrededor de Barcelona. Enseguida salieron nombres variopintos, posibles planes rurales, actividades de montaña, paisajes por carretera... y muchos recuerdos entre palabra y palabra.

Según iban surgiendo diferentes ideas, venían a mí imágenes y sensaciones no tan lejanas en el tiempo pero curiosamente distantes en mi vida. He recordado las escapadas que hacíamos a pueblos de los que jamás había oído hablar antes, y todos tenían su encanto especial, casi como un denominador común que dejaba entrever que detrás de todas aquellas decisiones siempre estabas tú. Eran paisajes bucólicos, rodeados de naturaleza, protegidos por un silencio abrumador y que desprendían un aroma melancólico. Al mirarte te sentía en casa.

Siempre disfruté de nuestras escapadas. Casi improvisadas, siniestras y con un halo de incertidumbre sobre lo que encontraríamos allí. Era una de las muchas cualidades que me encantaban de ti.