En un mundo de locos

06.04.2015 13:13

Querido/as amigo/as. Estos últimos días he averiguado que nadie en este loco mundo está cuerdo. Cada persona vive su propia locura transitoria o permanente, pero curiosamente sólo es capaz de ver la locura de los demás. Lo suyo no es locura, no señor. En conclusión, yo también estoy loca. La buena noticia respecto a mí es que no finjo que no lo estoy, y además soy capaz de respetar las locuras ajenas, por el simple hecho de que no convivo con ellas.

Nunca me ha gustado cotillear ni juzgar a nadie. Reconozco que en algunos entornos he sido parte de algún que otro juicio y cotilleo, aunque en el fondo era una manera de relacionarme con determinadas personas (no eludo mi responsabilidad). Pienso que cada uno tenemos nuestras propias circunstancias y ni queriéndolo podemos ver una situación o vivencia con los ojos de quien la padece. Siempre la veremos desde nuestra perspectiva, con nuestros ojos… y como os anticipaba, nuestra mirada no es limpia, no es transparente. No pretendamos ver la verdad absoluta con nuestros ojos contaminados porque no es posible. Lo único que podemos hacer es respetarnos, ser más cuidadosos con los juicios de valor y mirarnos más el ombligo, tal vez haya que limpiarlo un poco.

Ayer por la noche aterricé de mis breves vacaciones, y nada más “coger el sofá” me rendí. El picor de garganta que estaba amenazando mis días libres se ha cansado de darme una tregua y al fin se ha envalentonado. La verdad es que lo necesito. Necesito descansar, sentirme rendida y tener la falsa sensación de que el mundo se apiada de mí.

Mientras estaba tomándome un café y revisando mi canal de YouTube me ha venido un pensamiento. Caer un poco enferma con un resfriado común, fiebre y algo de dolor de cabeza, hace que tenga un motivo sólido para rendirme. Algo a lo que no estoy acostumbrada. Al mismo tiempo me invade la sensación de que la jungla tendrá piedad de mí, de que las circunstancias adversas cesarán, los pensamientos negativos me mirarán con penita y dejarán de existir hasta que me recupere. Es la auténtica rendición de un guerrero que jamás se rinde en la vida real pero que sabe que lo debe hacer consigo mismo, de tanto en tanto, en su propia intimidad.

Hoy toca poner buena voz y energía para que sobretodo mi familia no detecte que estoy enfermita. No sé si a vosotros/as os sucede lo mismo, pero en mi caso es preferible que mi madre no sepa que me encuentro mal porque de lo contrario tendré dos problemas: el primero obviamente es mi malestar físico, y el segundo será tener que tranquilizar a mi madre. Os aseguro que el segundo problema se convierte en el más gordo de los problemas, lo que hace que el papel de la “víctima” se invierta como por arte de magia. Así que… señores y señoras… es preferible “comerme” mis malestares y vivir en paz.

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