El poder de la relatividad

27.05.2013 19:32

¿Cuántas cosas buenas y malas pueden ocurrir en diez días? Las suficientes como para que tu vida cambie de rumbo. El rumbo de "la cabra siempre tira al monte". Lamentablemente, pienso que de vez en cuando es necesario que la experiencia nos dé una bofetada para reaccionar. Cuando actuamos desde la reacción es porque algo dentro de nosotros ha cambiado forzosamente, y eso implica un cambio también en nuestras prioridades.

Hace diez días estaba disgustadísima con la actitud que había mostrado mi jefe. Sentí que había vuelto a entrar en una bucle donde la única salida era una vez más, el cambio. Deseé no haber entrado nunca en esa bucle. Quería que esta vez funcionara, sobretodo para no tener que plantearme si era yo la que no encajaba en un escenario profesional, que se repetía constantemente. No obstante, lo miro desde otra perspectiva, y pienso que tal vez sea una nueva señal para avisarme "otra vez" que debo cambiar, que debo dar el paso.

Todos estos años de idas y venidas me han servido como mínimo para detectar e interpretar "las pistas" que ante mí cobran fuerza. Sí, cobran fuerza, se vuelven visibles, porque yo las necesito ver. Y por suerte, he llegado a un momento en mi vida en que cuando aparecen las veo brillar. Lo que no he conseguido es que su presencia sea agradable... Se me presentan como bofetadas de la realidad, sin piedad, como parte de una jungla en la que se desarrolla la historia de nuestras vidas.

Al día siguiente de mi decepción laboral, supe que el apocalipsis también podía expandir sus fronteras, y que lo que ayer parecía ser un callejón oscuro, hoy no era más que una indeseable experiencia a olvidar y por la que sentir algo de lástima. No merecía la pena, no merecía mi atención y menos mi energía.

Descubrí que una persona cercana había abusado de mi confianza y de la de su familia, y había cometido verdaderas atrocidades en una vivienda de mi propiedad, que por cierto, está resultando ser un ancla tremendamente pesada en el avance de mi vida. "Ya vendrán tiempos mejores", es mi lema para aceptar que no puedo hacer más por desprenderme de algo que me está quitando el aire.

Dediqué 6 horas de un sábado precioso de mi tiempo libre, limpiando, fregando y por qué no, vomitando, por todo lo que había ocurrido. Me vi de nuevo descubriendo nuevas recetas para darme ánimo a mí misma y no quedarme paralizada.

Han pasado dos días desde entonces, y debo ser extremadamente optimista e ilusa, o simplemente es un mecanismo de supervivencia, pero me parece que todo esto me ha servido como bofetada, para dar el siguiente paso en la vida. Si me preguntan ahora mismo lo que pienso sobre la actitud de mi jefe, sinceramente, es un juego de niños, y yo he dejado de ser una niña para jugar con niños.

 

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