El mismo escenario con distinto decorado

24.01.2016 14:20

El cerebro humano no deja de impresionarme. Es sabido por todos que nuestro conocimiento acerca del cerebro es ínfimo. Tal vez por eso podemos encontrarnos cada día con alguna sensación nueva. Ante la necesidad imperante que tenemos las personas de buscar una explicación a todo, en multitud de ocasiones recurrimos a respuestas difícilmente contrastables empíricamente. Aun así, ni siquiera se sabe si dichas respuestas son tan disparatadas. Al fin de cuentas, qué más da... si a nosotros nos sirve la explicación, bienvenida sea.

Ayer fui a la playa a disfrutar una vez más del paddle surf. Cuando me disponía a abandonar la zona playera y adentrarme en uno de los paseos perpendiculares al mar donde se ubican multitud de restaurantes, volví a sentirlo. No sé cómo describir el punto exacto donde ocurre. Según me voy acercando al último tramo del paseo, desde una perspectiva de unos cien metros, de pronto es como si me encontrara en el parque de mi pueblo natal, concretamente en el rincón donde se sentaba el castañero.

Cuando era niña me encantaba pasar por delante de quel hombre corpulento, de pelo canoso. Destapaba un agujero (la boca del hornillo) en aquel trenecito negro y removía una y otra vez las castañas que se estaban asando en el interior. El ruido que hacían al chocarse unas con las otras en un constante centrifugado y el olor que emanaban cada vez que el castañero destapaba el hornillo, guardan un espacio privilegiado en mi memoria.

El intenso paralelismo que para mi cerebro debe existir entre ambos lugares hace que por unos segundos me sienta desorientada, además de confundida por las sensaciones que me invaden. Sensaciones teñidas de colores. Supongo que al asociarlo a las tardes oscuras y frías del invierno de mi pueblo, el tan soleado paseo se vuelve inexplicablemente gris. Es como si de golpe el mediodía se hubiera esfumado y el atardecer se impusiera sin preaviso.

La primera vez que me ocurrió pensé que fue una especie de "dejà vu" vinculado al espacio. Lo gracioso es que me he dado cuenta de que cada vez que paso por el mismo lugar siento lo mismo. No es ninguna casualidad y desde luego no es ningún "dejà vu". Desde el desconocimiento, pienso que mi inconsciente percibe algo más allá de lo material. Es como si estuviéramos actuando siempre sobre el mismo escenario donde lo único que cambia es el decorado. De lo contrario siempre existe la posibilidad de que padezca una enfermedad neurológica no diagnosticada.

Nunca sabremos dónde está el límite de la "super" realidad (realidad verdadera) y la enfermedad. A las personas que ven, escuchan o sienten lo que la mayoría de las personas no lo hacen les acaban diagnosticando alguna patología o trastorno neurológico. No sabría decir qué porcentaje de estos casos se corresponde con un incorrecto funcionamiento del sistema nervioso que provoca la percepción de alucinaciones, o se trata de personas que por algún extraño motivo han podido acceder más allá de las capacidades sensoriales que les son "asignadas" como seres humanos que son.

Hace unos días estuve informándome sobre algunos experimentos que se habían hecho para obtener evidencias sobre dónde se almacenan los recuerdos, en definitiva, la memoria. Para mi sorpresa he averiguado que la memoria no se halla en el cerebro. Me indigné sólo de pensar que las personas corrientes no estábamos suficientemente informadas de algo tan extraordinario. La memoria, nuestra mente, la consciencia... ¡no se encuentra localizada en el cerebro dentro de nuestro cráneo! Se encuentra extendida por todas nuestras células a lo largo de nuestro cuerpo físico. Este hecho explica que en los casos de donaciones de órganos, los receptores sufran normalmente transformaciones en sus gustos, sensaciones, recuerdos, habilidades, etc.

Se demostró que los gusanos más simples (llamados "planarias"), después de haber sido entrenados para realizar algunas acciones muy básicas, recordaban a la perfección dichas acciones a pesar de haberles seccionado la cabeza. Estos gusanos presentan una acumulación de neuronas en un extremo de su cuerpo donde se produce la actividad nerviosa. Se caracterizan por su capacidad de regenerar el cuerpo completo incluida la cabeza, en el supuesto de que perdieran alguna parte.

Se les entrenó durante un tiempo pensando que lo aprendido se almacenaría en la zona donde ocurre la actividad nerviosa, es decir, en su cabeza. Se les diseccionó la cabeza y al regenerarla, se dieron cuenta de que recordaban perfectamente lo aprendido. ¿Cómo podía ser si la memoria se acumulaba en el cerebro?

Si dedicáis unos minutos a reflexionar sobre este hecho tan impresionante, os encontraréis con situaciones milagrosamente posibles, como por ejemplo, que las células de nuestro cuerpo van acumulando memoria y por lo tanto pueden actuar ante algunas circunstancias. Pueden mostrar emociones sin que nuestra mente sea consciente, de ahí las reacciones del estómago por ejemplo. El estómago es el receptor más auténtico que tenemos en el cuerpo. Nunca pasemos por alto aquello que hace que se nos revuelva el estómago.

Las manos y los dedos de un pianista pueden recordar cómo tocar partituras cuando en realidad no podía recordarlas con su mente. Este fenómeno puede suceder durante una amnesia tras un accidente, o siemplemente cuando transcurre demasiado tiempo como para que nuestra mente recuerde lo que hacíamos/hicimos tiempo atrás. Imaginad si lo extrapolamos más allá de nuestra vida. En nuestras células se encuentra el ADN y todos sabemos que se transmite de padres a hijos. Si la memoria se almacena en las células y éstas se transmiten de generación en generación... podríamos ser capaces de recordar o incluso de mostrar habilidades inexplicables sólo porque las "recordamos" de nuestros antepasados.

No sé lo que representa este descubrimiento para vosotros, pero os aseguro que para mí se abre un universo en relación al cerebro, al sistema nervioso, la mente, la consciencia, la memoria, los talentos y las habilidades. Poco a poco todo se va integrando en un único concepto, al igual que la estructura atómica y la estructura de las galaxias. Todo está interrelacionado. Nada es independiente ni casual en este mundo. La mecánica cuántica y la física clásica también son uno, lo sabemos, pero todavía no se ha determinado con exactitud cuál es el nexo de unión.

Tal vez efectivamente el espacio y el tiempo no existan. Tal vez vivamos en un mismo escenario donde lo único que cambia es el decorado.
 

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