"¿Cómo puede ser que no me acuerde?". Ésta es la gran indignación que sufrimos cuando no somos capaces de acordarnos de una palabra, a veces muy familiar y de uso cotidiano. Cuanto más nos indignamos, más nos obcecamos en recordarla... y sentimos que juega con nosotros como quiere. Oímos sus carcajadas desde el otro lado de nuestra percepción, y tras dar un suspiro de resignación, nos rendimos.
¿Por qué sucede esto? La verdad, ni idea. Supongo que ocurre porque nos hemos saturado de información de otro tipo y nuestro inconsciente está trabajando en otra ventanilla. Como todas las personas que sabemos lo que es estar hasta arriba de trabajo, nuestro inconsciente debe tener momentos de absoluta carga de trabajo. Probablemente nos esté maldiciendo y no nos enteremos. Mientras nosotros nos vamos a nuestra casa o a tomarnos un café con un amigo, ¡él sigue trabajando en la oscuridad para nosotros!
En relación a este curioso fenómeno se llevaron a cabo varias investigaciones por personalidades reconocidas en sus campos. El resultado de sus trabajos habla de las 4 fases del proceso creativo: la saturación, incubación, iluminación y verificación. Esta terminología fue empleada por "Henri Poincaré" (1854-1912), matemático y filósofo francés.
Estas 4 fases son aplicables a cualquier aspecto de nuestra vida que implique un proceso creativo. Es decir, desde la búsqueda de una solución matemática como la solución a un problema familiar, una investigación policial, una creación musical, un invento científico, recordar la maldita palabra que tenemos en la punta de la lengua... En resumen, cualquier tipo de proceso cotidiano que suponga una búsqueda de respuestas.
La fase de la saturación comprende el estudio consciente de todos los aspectos del problema (cada uno a su manera).
La incubación es el descanso que tomamos tras atiborrarnos de tanta información, y que a veces parece que nada de lo que hemos hecho sirve. La buena noticia es que no es así.
La iluminación es nuestro momento preferido y el más milagroso. Es cuando por "arte de magia" la respuesta surge ante nosotros. Recordamos la maldita palabra de forma imprevista; soñamos con una fórmula matemática que va a ser que no es tan absurda; durante una siesta bajo un árbol, una manzana cae a la cabeza de un físico que de pronto se da cuenta de que existe la gravedad,...
Finalmente tenemos la fase de la verificación. Es cuando ponemos en práctica nuestra solución milagrosa. Nos asegurarnos de que no estamos abducidos por el sueño o la revelación, y la solución en la que creemos a ciegas, no es una patraña.
"Hermann Ludwig Ferdinand von Helmholtz" (1821-1894), médico y físico alemán. Dio gran importancia a la fase de la incubación de la idea. El descanso se torna como una fase imprescindible para que nuestro inconsciente trabaje para nosotros con toda la información que hemos recopilado en la fase de saturación. Esto sucede cuando nosotros tomamos un café con un amigo y nuestro inconsciente nos está maldiciendo desde la oscuridad.
"Graham Wallas" (1859-1932), psicólogo y educador inglés. Llamó fase de "preparación" a la fase de "saturación", y enfatizó que el descanso debe ser auténtico, es decir, tanto nuestro consciente como nuestro inconsciente deben descansar. Llegados a este punto podemos dar permiso a nuestro inconsciente para que también se vaya a tomar un café con un amigo. Obviamente dejará de maldecirnos, todos seremos felices, y repondremos fuerzas para volver a la carga el día siguiente.
Ejemplos de un descanso auténtico encontramos en personalidades como Albert Einstein. Su hija Maja decía que cuando enfrentaba problemas sin respuesta se sentaba al piano, y tras tocar durante un rato, se levantaba y decía: "¡Lo tengo!".
Así que ya sabéis... permitíos un buen descanso.
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