Compartiendo contigo

03.02.2012 00:00

El otro día, estuve viendo una película de estas romanticonas que echan en la tele los sábados y domingos por la tarde, y el protagonista, que se estaba enamorando de la protagonista (y él no se daba cuenta), se frustraba al ver cómo ella se lamentaba de la vida de soltera que llevaba, llena de desilusiones, decepciones y corazones rotos. Él le dijo algo que me gustó. Le dijo que cada uno tenía la vida amorosa que había escogido.

Tienes todo aquello por lo que has luchado. Mira a tu alrededor. Lo que está contigo es porque tú lo has escogido y lo has luchado. Y lo mejor de todo es que puedes tener todo aquello que desees, sólo tienes que saberlo.

Parece que ayer nuestros pensamientos se cruzaron. Tú quisiste compartir algo conmigo y yo quise compartir otro momento contigo, así que, aprovechando la ocasión de este e-mail, te regalaré un poco de ilusión. Sé que hay cosas que ya no te emocionan, pero estoy convencida de que esto te emocionará, porque tú lo viviste al igual que yo, y porque la verdadera ilusión está en las cosas pequeñas que pasan desapercibidas. Ahí va...

"Este día blanco, con un aroma frío que nos tiene a todos en vilo... ¡me trae tantos recuerdos! Un día de febrero de hace 2 años, había dejado a Lur en su casita después de nuestro gran paseo matutino. Al mediodía estaba a punto de empezar a comer donde cada día tanto me gustaba ir, después de mis ejercicios físicos. Me acompañaba mi libro de Historia. De pronto el cielo se volvió blanco y comenzaron a caer grandes copos de nieve... mientras la gente se asomaba a las ventanas, unida por una emoción común, al menos por una vez en todo el año. En ese momento se olvidaron las redencillas, se olvidaron los malos gestos y las palabras inoportunas. Todos miraban maravillados cómo se convertía el paisaje en una superficie blanca.

Pensé que era un gran día, sólo porque era diferente y eso nos daba derecho a pensar que todo era posible y cualquier excepción tenía cabida. Quería estar con Lur, salvarle del frío e irnos de paseo para que disfrutara de la nieve, como un niño que vivía por primera vez el maravilloso mundo de "hoy está nevando en la ciudad. La gente se ha vuelto loca y todo vale". Es genial. Fui a casa a por Lur y me lo encontré dentro de su casita, con la entrada casi oculta por el espesor... Le llamé y salió dubitativo, como si no fuera su hora de paseo y una voz familiar interrumpiera su resignación. Cuando me vio... no encuentro palabras para expresar su gratitud, su ilusión, su amor sólo por estar ahí, junto a él, mientras el mundo se transformaba en algo desconocido para él. No paraba de dar vueltas a mi alrededor, saltando y jadeando, y mi sentimiento en ese momento hacia él y hacia la vida era exactamente el mismo. Si hubiera sido un perro correría arriba y abajo, saltaría y jadearía como lo hacía él.

Entramos en casa, al calor del hogar. Cogí su mantita blanca, recién lavada, con ese aroma fresco que tanto nos gustaba. Cuando me vio con su manta, fue como si estuviera poniendo la luna a sus pies. Le envolví como a un bebé y nos tiramos al suelo, juntos, tal y como a él le gustaba, mientras luchaba por librarse de aquella "camisa de fuerza" y salir corriendo.

Decidimos salir a pasear y disfrutar de la nieve. Fuimos a la plaza Tetuán y Lur estaba tan feliz... que por un momento pensé que se iba a comer toda la nieve que encontraba a su paso. Saltaba en el aire mordiendo los copos que caían, e investigaba cada uno de los rincones que tan familiares le resultaban. Me hacía tanta gracia verle caminar como a "Sherlock" con su patita recogida... como si estuviera a punto de dar caza a la perdiz más sabrosa del mundo.

Y pensé en ti. En lo mucho que nos gustaría compartir ese momento contigo. ¡Qué gran recuerdo!

Hoy volverá a nevar, pero no estaréis a mi lado. Esperaré a que lleguen los nuevos copos; presiento que la experiencia será muy emotiva. En esta ocasión, los recuerdos me dejan un listón muy alto por superar, y poder disfrutar así, de la emoción pura del simple hecho de ver la nieve caer. "

Hace no demasiado, un amigo me dijo que cuando deseabas que alguien estuviera contigo en un lugar, viviendo una experiencia, contemplando un paisaje, oliendo un aroma, o simplemente, mirando y sintiendo lo que tus ojos miran y tu corazón siente, y ese deseo se te repetía en el tiempo, una y otra vez, habías encontrado el amor.

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