A 3 metros por encima del cielo

31.08.2013 18:50

Los que habéis vivido una relación conflictiva en vuestra adolescencia sabréis exactamente lo que se siente con las emociones fuertes. Es una sensación de “callejón sin salida”, en la que una misma es muy consciente de estar atrapada, y de alguna manera no quiere salir. Pero al mismo tiempo maldice el momento y el lugar donde sus vidas se cruzaron.

Hay una cosa con la que estoy totalmente de acuerdo: nunca más vuelves a sentir lo mismo, y no es amor, es una especie de obsesión, droga, dependencia a lo imposible. Las situaciones extremas de estar a 3 metros por encima del cielo y estamparte contra el suelo. Todo eso en un abrir y cerrar de ojos.

La insistencia y la obsesión se confunden con el amor romántico y con la incondicionalidad. La línea es muy fina… y enfermiza. Hoy por hoy conozco dónde y cuál es el límite: el límite es tu dignidad, y se encuentra en ese lugar tan delicado donde tu libertad como ser humano empieza a ser conquistada.

Las personas que apreciamos el valor de la incondicionalidad en las relaciones corremos un mayor riesgo de sentirnos atraídas por situaciones tan extremas. Es una curiosa forma de sentirnos vivas, de sentir en nuestra piel la prueba de la incondicionalidad en su pura esencia, pase lo que pase, para lo bueno y lo malo.

Me alegro de que la experiencia me haya enseñado a despreciar casi de manera inconsciente este tipo de sentimientos, aunque la madurez que se necesita para ello no viene regalada en el camino.
 

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