¿Inspiración en los días de tormenta o durante la calma?

15.10.2017 20:19

Las últimas dos semanas he estado reflexionando (entre otras cosas) sobre cómo y cuándo se desencadena un momento inspirador. Aunque en mi mente es obvio desconozco si en todas las personas este proceso sucede de la misma manera. Ni siquiera sé si ocurre en todas las personas. En realidad bastaría con preguntar y tener una pequeña charla sobre ello, pero algo me dice que no todo el mundo lo encontraría tan divertido como lo encontraría yo. Me imagino las caras de algunos amigos clavándome la mirada mientras les pido que me describan sus momentos de inspiración... (me río).

Todo esto venía porque en ocasiones las ideas me bombardean la cabeza sin cesar. Ideas con mucha luz que consiguen despertar una chispa en mi interior. Son momentos brillantes, repletos de una felicidad absoluta y de iluminación. Creo que el término que mejor define este sentimiento es "eureka": de pronto te sientes como si hubieras descifrado un código secreto, una ecuación compleja, o... el mismísimo sentido de la vida.

Sin embargo otros días me doy cuenta de que mi mente se aferra a monólogos impertinentes relacionados con situaciones del día a día y de muy baja creatividad. Supongo que esto se debe a que hay algo en mi rutina diaria que me estresa y me absorbe la energía en sentido negativo. Estas dos semanas he tratado de romper la cadena de monólogos absurdos que me invadían el cerebro las veinticuatro horas del día, aunque he de decir que con poco éxito.

Ante este tipo de situaciones siempre hay dos soluciones posibles: la huida hacia adelante (huir de lo que no funciona) y la gestión de las emociones (ya que no podemos cambiar el mundo cambiamos nuestra forma de pensar). Desde mi punto de vista existe un paralelismo entre esta dualidad a la hora de resolver los problemas y la actitud o estilo de vida de los maestros espirituales. Os explico.

A grandes rasgos (simplificando) hay dos tipos de maestros espirituales: los que se identifican como tales a primera vista, y los que no son fáciles de identificar ya que viven sumergidos en la vorágine de la sociedad, igual que vosotros e igual que yo.

Los maestros espirituales fácilmente identificables son los que se aíslan de la sociedad y viven sumergidos en sí mismos, en un mundo con aureola y energía positiva a raudales. Totalmente respetable. No tengo ninguna duda de que tienen la capacidad de ser las personas más felices de este planeta... aunque prácticamente sin formar parte de ella. Totalmente aceptable y además de agradecer, ya que podemos visitarlos de vez en cuando e impregnarnos de su magia para después volver a nuestras casas con las pilas cargadas.

Los maestros espirituales que no podemos identificar son mis ídolos. Se camuflan entre la multitud, apenas llaman la atención, en numerosas ocasiones son objeto de burlas, pero a pesar de ello siguen siendo auténticos en su ser y predican con el ejemplo y la coherencia. Pocas palabras por decir y mucho que demostrar día tras día. Lo que ocurre es que no todas las personas estamos suficientemente capacitadas para verlos y aprender de ellos. Nos resulta más fácil formar parte de la manada y mofarnos de quien se sale del molde. Mientras tanto no nos damos cuenta de que buscamos incesamente lo que ese personaje extraño de quien tanto nos reimos posee.

Dicho esto volvemos a la inspiración. Los momentos inspiradores llegan tanto en los días de tormenta como cuando reina la calma. La inspiración provocada por la calma es muy dulce, al igual que el maestro espiritual que vive aislado de la sociedad en "la aldea de los iluminados". Pero ¿qué me decís de la inspiración provocada por la tormenta? El poder de los momentos inspiradores que surgen de circunstancias adversas en la vida es brutal. Si conseguimos prestarles atención y sacarlos a la luz a través de nuestros talentos nuestra vida dará un vuelco.

La conclusión a la que he llegado tras mis dos semanas de reflexión es que la huida hacia adelante sólo es recomendable (y loable) cuando existe un riesgo de vida o muerte, o cuando nuestra salud corre un serio peligro al hallarse expuesta a factores que no van a ser alterados por sí mismos y/o por los que nosotros tampoco podemos hacer nada. En resumen, si tienes un vecino/a o novio/a psicópata olvídate de gestionar tus emociones. Coge la maleta y huye. Cuando vuelvas a encontrarte a salvo hablaremos de gestionar tus emociones.

Para el resto de situaciones duras en la vida... valor y al toro. Siéntete en paz contigo mismo. Haz lo que necesites hacer o decir para que vuelvas a colocar tu alma en el centro de la diana. No te guardes sentimientos positivos ni negativos, no te quedes con tus propias palabras en la garganta (acabarás ahogándote poco a poco). Intentemos desconectar nuestra maravillosa mente de lo que tanto la atosiga y démosle una pequeña dosis de entretenimiento. Tal vez una actividad fuera de lo normal como bailar, cantar, hacer el ridículo, tirarse en parapente, ponerse delante de un león... (me río). 

Todo esto traerá iluminación a nuestra vida. Momentos de inspiración en los dias de tormenta que nos harán felices por partida doble: por la propia droga de la inspiración inyectada en nuestras venas y por el placer de nuestro propio triunfo ante la vida.

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